Conciencia sonora

Por Charly Fariseo

 Sonido, música, ruido

Vivimos en un mundo considerablemente visual, dominado por las imágenes y los colores. El sentido de la vista a lo largo de nuestra historia ha tenido un papel predominante en la forma en que experimentamos la vida. Sin embargo, el sonido es un sentido que ha estado con nosotros en todo momento; tiene una serie de características importantísimas en nuestra vida, desde la supervivencia de nuestros antepasados hasta la actualidad.

 

Al nacer, desarrollamos primero el sentido del oído antes que el de la visión. Gracias al oído podemos reconocer distancias de objetos o peligros, si está a la izquierda o la derecha, o, inclusive, si está detrás de nosotros. Podemos cerrar nuestros ojos, pero no tenemos una forma de “cerrar” naturalmente nuestros oídos, están funcionando 24/7, incluso mientras dormimos.

 

Aunque no seamos conscientes, oír afecta nuestro aprendizaje, nuestra atención, nuestras relaciones interpersonales, nuestra habilidad para regular el estrés y nuestra habilidad para dormir. Si pudiéramos ver el sonido de forma visual, como el smog de los vehículos, por ejemplo, nos daríamos cuenta que estos sonidos indeseados pueden causarnos daño. Al ser invisible, muchas veces tratamos de ignorarlo.

Existen diferentes tipos de manifestaciones sonoras, entre las principales están la música, el sonido ambiental deseado e indeseado también conocido como: Ruido. Identificarlo, entenderlo y tal vez hasta evitarlo, puede traernos ventajas para la salud, esto porque el ruido es un contaminante que tiene el potencial de afectar la salud de las personas y deteriorar nuestra calidad de vida.

 

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Ruido 

Del latín, «rugitus», rugido.

El último miércoles de abril se celebra el Día Internacional de la Concientización sobre el Ruido. El ruido, por definición, es todo el sonido no deseado, que interfiere en la comunicación entre las personas o en sus actividades. Es un contaminante invisible e invasivo. El ruido consiste en una serie de frecuencias desordenadas y simultáneas no placenteras en el rango audible humano (20 Hertz a 22.000 Hertz), que puede ser creado por la naturaleza o los seres humanos. En altas cantidades de presión sonora en el ambiente puede crear mucho daño. Es un reductor de la calidad de vida y la tranquilidad.

 

Vivimos rodeados constantemente de ruido: en el hogar, en la calle, en el trabajo. Especialmente en zonas industriales o en las ciudades por los transportes, estamos rodeados de ruido todo el tiempo.

 

La epidemia del ruido es paradójicamente silenciosa. Es un fantasma que está presente cuando podemos escuchar la música que sale de los auriculares de alguien sentado frente a nosotros en el transporte público, mientras tomamos una bebida con amigos en un bar, en la oficina, si es de espacio abierto, o al gritar frenéticos junto a miles de personas en un estadio de fútbol.

 

El ruido es el contaminante más común. Puede definirse como cualquier sonido que sea calificado por quien lo recibe como algo molesto, indeseado, inoportuno o desagradable.

 

Estas son algunas diferencias del ruido con respecto a otros contaminantes:

  • Es fácil de producir y necesita poca energía para ser emitido.
  • Es complejo de medir y cuantificar.
  • No deja residuos. Si se agota la fuente del ruido, se acaba el ruido.
  • No tiene un efecto acumulativo en el medio, pero puede tener un efecto acumulativo en sus efectos en la salud para las personas que estuvieron expuestas por largos períodos de tiempo.
  • Tiene un radio de acción mucho menor que otros contaminantes, es decir, es localizado. Entre más nos alejemos de la fuente, menor exposición.
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Efectos en la salud

Según el nuevo informe publicado por la OMS sobre la situación en Europa: “El ruido es el segundo factor ambiental más perjudicial, por detrás de la contaminación atmosférica” e insta a las administraciones públicas a proteger a la ciudadanía del peligro de la contaminación acústica.

El ruido actúa a modo de alarma, como si fuera un despertador. Sabemos que los niveles de cortisol (la hormona del despertar) aumentan con el ruido. Lo que implica que, además de ser capaz de despertarnos, genera estrés que contribuye al insomnio, entre otros malestares.

 

Una situación común donde el efecto negativo del ruido nos afecta a nivel fisiológico es al estar cerca de obras de construcción, donde se utiliza constantemente un taladro. Apenas estamos en presencia de ese ruido, queremos alejarnos lo antes posible. Incluso quien lo opera, por seguridad, debe usar protección especial para los oídos y no debería estar expuesto a este ruido por más de unos minutos antes de sufrir daños.

 

La exposición a altos niveles de ruido conlleva principalmente traumas acústicos con efectos fisiológicos que se relacionan directamente con alteraciones en el oído. Entre ellas está la pérdida de la audición de manera irreversible. Otra opción es el Tinnitus, un fenómeno perceptivo que consiste en notar sonidos en el oído o dentro de la cabeza, que no proceden de ninguna fuente externa.

 

Por otra parte, están los niveles de ruido de menor nivel y de carácter continuo, llamados traumas acústicos crónicos. Personas que pasan demasiado tiempo usando audífonos a un volumen por encima de lo sugerido o expuestos al tránsito vehicular, tienen el potencial de generar efectos no auditivos. Estos son algunos de ellos:

  • Molestia e irritabilidad.
  • Alteraciones del sueño.
  • Estrés fisiológico.
  • Problemas cognitivos.
  • Enfermedades cardiovasculares, entre otros.

 

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Bienestar a través del sonido

Ahora nos corresponde hablar del lado opuesto del espectro: los sonidos placenteros. Con los sonidos ambientales deseados naturales, como el sonido del mar, podemos sentirnos bien. Si bien es cierto, el sonido de las olas en sí mismo es ruido, es una forma de ruido agradable. 

 

El sonido de las olas por su ritmo alrededor de los 12 Hertz (baja frecuencia), tiende a relajarnos y se asocia al ritmo de respiración que tenemos al dormir.

 

Así como el sonido de la naturaleza puede relajarnos, los humanos, a través de los sonidos que creamos de manera adecuada, nos pueden dar mucha alegría y bienestar. Recordemos que en todo momento el sonido nos está afectando.

 

Hay cuatro formas en que el sonido influye en nuestras vidas: fisiológica, psicológica, cognitiva y comportamiento. Está comprobado científicamente que, a nivel psicológico, el sonido de la música trae beneficios a nuestras vidas en los niveles adecuados de presión sonora.

 

En oficinas de espacio abierto donde no existe consciencia sonora, a nivel cognitivo, la  productividad de los trabajadores puede bajar hasta un 66%, según Julian Treasure autor del libro: Sound Business (2011). El hecho de usar audífonos y poner música en el trabajo a niveles adecuados, sube de nuevo el nivel de productividad.

 

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Música: la forma de sonido más poderosa

La música fortalece el aprendizaje y la memoria, regula las hormonas relacionadas con el estrés, permite evocar experiencias y recuerdos, incide sobre los latidos, la presión arterial y el pulso y, además, modula la velocidad de las ondas cerebrales.

 

La música es la forma de sonido más poderosa, pues afecta la forma en cómo nos sentimos y nos expresamos emocionalmente. Tiene mucho poder porque tiene dos elementos claves: es fácil de reconocer y la asociamos rápidamente. Con solo escuchar uno o dos segundos de alguna canción que nos guste, la reconocemos y altera nuestro estado de ánimo y nos trae recuerdos incluso si son de muchos años atrás.

 

Los latidos del corazón se sincronizan con el ritmo de la música que escuchamos, así que nos pueden poner en un estado de baile y fiesta o por el contrario escuchar música que nos tranquilice y baje el ritmo cardiaco, nuestro comportamiento corporal se modifica con la música que esté a nuestro alrededor. 

 

La música también nos une socialmente en el canto o el ritmo que nos hace bailar. De esa forma celebramos este ritual y actividad lúdica. Nos entretiene ser intérpretes o audiencia. Todos estamos expuestos a música a lo largo de los años y vamos siendo acompañados en distintas etapas. Como dicen popularmente: vamos construyendo el soundtrack de nuestras vidas. 

 

Investigaciones recientes han demostrado que la música activa grandes áreas a nivel cerebral. Estos datos destacan que, cuando escuchamos una melodía, se activan algunas áreas de nuestro cerebro como la auditiva, la límbica y la motora. Esta estimulación cerebral se produce independientemente del estilo musical que estemos escuchando.

 

Conciencia sonora

Alguna vez nos hemos preguntado: ¿Este sonido te hiere? ¿Te está haciendo daño? Poco a poco vamos prestando más atención al sonido a nuestro alrededor y notamos que somos tanto receptores como generadores de sonido y ruido. Fácilmente podemos ser parte del problema sin notarlo.

 

Una forma sencilla de empezar a darnos cuenta del sonido ambiental, es poner atención a lo que estamos escuchando: El sonido de la ciudad, los pájaros en los parques, si estamos cerca de un río, la música en el supermercado, las motos, los vehículos ¿Es relajante? ¿Estresante, desconcertante, distractor? 

 

Entre mejor entendemos el sonido, podemos controlarlo y usarlo de manera más efectiva. No es necesario un conocimiento académico pero, entre más entendemos cómo funciona el sonido, podemos revelar descubrimientos fascinantes sobre nuestro entorno y nosotros mismos.

 

La conciencia es lo primero: darnos cuenta. Por el hecho de no ver el sonido, tendemos a tratar de tolerarlo o ignorarlo, como si no estuviera ahí, incluso si estamos elevando considerablemente el volumen de la voz para escucharnos. Es curioso cómo de niños nos enseñan a leer y a escribir, pero no muy bien a cómo hablar y escuchar bien, a no contribuir con el ruido ambiental en vez de ignorarlo. Si todo el mundo cobrara conciencia de la importancia del sonido en nuestras vidas, haríamos un mejor esfuerzo para que el mundo suene mejor.

 

A continuación, Paisaje Sonoro – Bosque San Gerardo de Dota. Este paisaje fue capturado en las montañas de San Gerardo de Dota, donde se aprecian distintos sonidos del bosque. El paisaje sonoro fue grabado con un micrófono binaural que al escucharse con audífonos da la sensación de inmersión en el espacio donde se grabó. Puede apreciarse con más sentido mientras se realizan actividades como meditar, trabajar o practicar yoga.